Sólo si somos aprendices estamos en la posición de aprender. Esto que parece de Perogrullo, lo aplica poca gente.

Me explico, cada vez que sabemos de algo y decidimos que “esto ya lo se” estamos cerrando la puerta a la posibilidad de aprender algo nuevo sobre ese tema. 

Cada vez que nos convertimos en “expertos” en algo, limitamos nuestro aprendizaje.

Todo es diferente cada segundo, todas las personas somos diferentes a cada momento, y eso que pensamos que “es así” resulta que puede ser que haya variado algo desde que nosotros nos hicimos “expertos”.

Hay algo añadido además a esta autolimitación que nos imponemos, es “tener la razón”. ¿No os suena? Tenemos la razón porque hemos decidido que sabemos todo sobre lo que se está hablando, lo que el otro expresa no vale, no sirve, es una tontería, es una barbaridad…

Los motivos para que pensemos que tenemos la razón son muy variados, cada persona tiene los suyos. Aquí sólo quiero invitaros a reflexionar sobre esas situaciones en las que nos quedamos enganchados en una discusión para decidir quién tiene la razón.

Para la reflexión quizá os ayuden estas preguntas:

¿Qué es “tener razón”?

¿Quién decide qué opinión es la buena?

¿Qué sientes en el cuerpo cuando alguien no esta de acuerdo contigo?

¿Cuál es la necesidad interna que tapas queriendo tener la razón?

Si nos paramos un momento a pensar la cantidad de información que nos hemos perdido no escuchando a otras personas sobre un tema, es posible que nos demos cuenta de lo absurdo de nuestro comportamiento. La clave está en escuchar.

Algo más que sucede en esos momentos en los que pensamos que tenemos la razón es que la gente alrededor deja de interactuar con nosotros. Y ahí es donde tenemos algo más para aprender, no dejan la conversación porque estén de acuerdo con nosotros, sino porque somos tan insoportables que se callan para salir de esa situación. Nos quedamos hinchados como un globo, súper orgullosos de nosotros mismos porque tenemos la creencia de haber convencido a alguien con nuestros argumentos, y resulta que es todo lo contrario.

No necesitan tener la razón, no necesitan esa discusión, no necesitan esos momentos incomodos en los que parece de vida o muerte quedar por encima del otro o de los otros.

¿Alguna vez has conseguido que alguien cambie de opinión?

¿Alguna vez alguien ha conseguido que tú cambies de opinión?

Todos somos diferentes y vivimos la realidad de formas diferentes. Pueden existir grupos de personas que compartan opiniones sobre un tema, más o menos amplios, eso no significa que su opinión sea “la verdad”, significa que comparten una opinión.

Si no escuchamos a los demás no podremos aprender de ellos y siempre se aprende algo. Eso hace que cada vez seamos más ignorantes, justo cuando creemos que lo sabemos todo.

Advertencia: Para escuchar es necesario aceptar que puede cambiarnos ¿Te atreves a intentarlo?

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